Ha sido denomoniado como “porno para mamás”, lo cierto es que arrasa allá donde se publica. Analizamos los pros y los contras de este ciclón.
Lo mejor, según Nelson Nuñez
A la elite parece molestarle siempre lo popular. El fenómeno de “50 sombras de Grey” tiene elementos para irritar a la clase intelectual, pero en estos tiempos de lectura episódica, debemos celebrar que millones de personas se hayan enganchado a una saga literaria. Lo mismo ocurrió durante un tiempo con la ópera, un arte que nació en el palacio y que durante sus décadas de esplendor fue coreada por la masa.
Conocí el caso de una estudiante latina de Nueva York cuya competencia lingüística en inglés es limitada que, ante el furor que causó el libro, se animó a leerlo en versión original, pues en Estados Unidos no había llegado la traducción al español. Logró leerse los tres tomos en tres semanas, a pesar de sus problemas con el inglés, por la avidez que le generó. Durante la lectura discutió la trama con otras compañeras, lo que acabó en un intercambio de libros. Eso es una forma de asomarse a la belleza. Por lo que puede verse en el subterráneo de Manhattan no es este el único caso.
Como defendió Vargas Llosa ante el fenómeno de “El Código Da Vinci”, lo importante es leer: Está muy bien que quienes carecen del hábito de leer por lo menos se acerquen a estas obras, pues “es preferible que la gente lea, aunque sea literatura de muy escasa calidad”.
En cuanto al fondo, la conexión con el público es tan apabullante porque todos tenemos una Anastasia dentro, solo hay que dejarla expresarse. Todos los humanos nos movemos por sentimientos simples y, lo que es más importante, cada uno de nosotros tiene derecho a soñar, como plantea la trama.