DE NIÑO A ACTOR
Hay actores estigmatizados, por culpa de un rol con escasa popularidad se vuelven víctimas de críticas fáciles y tienen que demostrar con más ahínco que otros que son actores preparados para trabajar en el cine. Uno de los casos más claros ahora mismo el de Robert Pattinson, marcado por un papel como el de Edward Cullen en la sagra Crepúsculo que le ha dado toda la fama, también le ha traído consigo una legión de detractores. Está claro que Pattinson se quiere desmarcar de ese papel y demostrar que puede ser un actor con valía, que no se conforma con un tiempo de gloria explotando su cara bonita. Pattison está optando por decisiones complicadas, por papeles nada cómodos y que poco tienen que ver con el que arrastra masas al cine. La elección le falló en Agua para Elefantes, una película bastante más mediocre de lo que pretendía ser y en donde sus actores no destacaban lo más mínimo. No es que Bel Ami sea mucho mejor película, pero al menos aquí hay material de sobra para el lucimiento de un espectacular reparto que es lo único que la salva de no hundirse del todo, y dónde destaca especialmente un pletórico Robert Pattison, demostrando que es mucho mejor actor de lo que muchos parecen empeñados a decir que es.
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En Bel Ami, Pattinson es Georges Duroy, un pobre ex-soldado con ganas de comerse el mundo. Un trepa que empezando desde lo más hondo no le importará hacer polvo a quien se le ponga por el camino con tal de lograr el éxito. Un seductor, un caradura, un sinvergüenza. Un tipo completamente amoral, que no parece querer rendir cuentas a ningún tipo de conducta social. Este personaje consigue una dimensión más gracias a la inquietante interpretación de Robert Pattinson que ayudado de su bello rostro, recrea al seductor, pero dotándole también de un toque perturbado e incluso aterrador, con una interpretación que se encuentra en las antípodas de su Edward Cullen. Es una lástima que no se busque explorar aún en más en este personaje, que la película de demasiado peso a personajes secundarios, muchas veces sin más motivos que para justificar la presencia de estrellas de gran calibre en sus roles, y es que aunque todos destacan en un reparto de lo más brillante, el interés de la película existe únicamente gracias a ese Georges Duroy y su continua evolución hacia lo peor de sí mismo.
Son muchas las buenas ideas de Bel Ami y la forma de llevarlas, sobre todo las que rodean a línea evolutiva de su protagonista, pero también nos encontramos en ella escenas sueltas que no parecen encajar por ningún lado, como pequeño descartes que aparecen sin demasiado sentido. Esto hace que el ritmo sea renqueante, que la pasión que tienen algunas escenas (su comienzo es impecable), se vea diluido por la incoherencia de otras e incluso los excesos desmedidos de otras que llegan a rozar lo ridículo.
Bel Ami es una obra de evidente corte teatral, de hecho es el primer trabajo de sus dos realizadores, dos directores teatrales con más de 30 años de carrera a sus espaldas. Y es que si bien la película en ocasiones peque de ser excesivamente teatral, esto acaba beneficiando a la actuación de sus actores, y no representa nunca ningún gran problema. Una obra donde además destaca su cuidado acabado técnico, con una dirección artística y un vestuario deslumbrante. Pero cierto regusto amargo se queda al dar la sensación de que no se ha explotado a un personaje tan interesante como se debería, pese al tremendo trabajo del estigmatizado Robert Pattinson, que demuestra más que nunca que es un actor con muchísimo talento, y que quiere ser más que el protagonista del blockbuster del turno. Todo un riesgo el tomado por Pattinson, un riesgo del que sale de la manera más exitosa posible.
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